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Juan Carlos Bataller
y Empleados Vitivinícolas y Afines’’ (Foeva).
Morocho, peinado “a lo Gardel”, cantor de tangos y amante de la noche
fue diputado provincial en el segundo mandato de Perón. Por supuesto,
cuando llegaron los militares en 1.955, fue a dar con sus huesos en la
cárcel.
Pablo estuvo siempre en el sector combativo del gremialismo y en polí-
tica se alineó junto al profesor Eloy P. Camus.
Cuando llegaron las elecciones de 1.973, Rojas ocupó el segundo lugar
en la lista de candidatos a diputados nacionales, detrás de Jorge Manuel
Camus, hijo del ex gobernador.
Durante su tarea legislativa adquirió notoriedad como autor de un pro-
yecto de ley referido al envasado de vino en origen, proyecto este que
motivó grandes debates parlamentarios.
Una muerte por encargo
Argentina se desangraba en una guerra que mutilaba su cuerpo social.
La muerte, el secuestro, la tortura, las bombas, esperaban a la vuelta de
cualquier esquina.
Y en ese clima, aunque nada tuvo que ver con la disputa ideológica, el
3 de noviembre de 1.975, en pleno gobierno de Isabel Martinez de Perón,
se produce el asesinato de Rojas.
La noticia conmocionó al país.
No sólo porque se trataba de un diputado nacional, un gremialista muy
conocido, sino también por la forma como lo mataron.
El expediente explica que Pablo tenía 57 años cuando lo mataron y se
domiciliaba en la calle Costa Rica al 1267 de la Villa América, Concep-
ción.
La autopsia explicó el grado de ensañamiento con que lo habían asesi-
nado.
Según me comentó Juan Carlos Rojas, su padre había compartido una
comida con unos amigos en el restaurante llamado
“Las Totoras’’
, para
luego dirigirse a su domicilio en Villa América.
Pablo iba solo en su coche Ford Falcon Futura, de color rojizo y techo
vinílico tono crema.
Llovía aquella noche y al parecer, el diputado vio que se acercaba a su
auto un automóvil Peugeot 504, desde donde le señalaron que una de