Viernes 19 de agosto de 2016
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en la siesta presencié una fuerte discu-
sión entre un inspector municipal y una
empresaria.
—¿Por qué razón?
—La mujer había dejado estacionado el
auto sobre la ochava, llegó la grúa,
labró el acta y cuando se disponía a re-
molcarlo apareció la mujer enfurecida.
—¿Por qué estaba enojada?
—Porque le llevaban el auto y exigía
que se lo bajaran. De acuerdo al regla-
mento no corresponde, así que otra
persona sacó algunos papeles del auto
y la grúa terminó cumpliendo con su
deber. Pero la discusión que protago-
nizó la dueña del auto superaba los 70
decibeles.
La Llorona, el boli-
che-bar de la dis-
cordia. ¿Falta de
decisión para clau-
surarlo; cambiar el
Código de Faltas o
esta “protegido”?
necer abierto durante doce años?
—Es el gran enigma, está ubicado a
cien metros de la Seccional Cuarta,
adentro y afuera del local pasó de todo,
hasta mataron un joven a las trompa-
das en el 2009. Tiene gran cantidad de
clausuras, incluso el fin de semana fue
clausurado porque violaba todas las
normas imaginadas: la cantidad de
asistentes excedía lo autorizado, venta
de alcohol fuera del horario permitido,
solo por citar dos de las faltas más gra-
ves.
—¿Entonces?
—No sé si no hay decisión o hay que
modificar el Código de Faltas.
¿Qué hacemos
con “La Llorona”?
—¿Hay decisión oficial sobre qué
hacer con el boliche en que las mu-
jeres se desnudan por un trago?
—Aunque se viralizaron videos, no
habrá ninguna sanción.
—¿Puede explicarme por qué?
—Por dos razones. Una, se puede ha-
blar de una exhibición obscena, es
contravención y no delito. Y la otra, si
no hay denuncia no se puede actuar
de oficio. Como no hubo denuncia, no
se puede hacer nada.
—¿Cómo hizo ese local para perma-
Santo Domingo, está intransitable, pa-
rece combate de los pozos. Es imposi-
ble transitar a más de 40 kilómetros,
como muy rápido. La otra calle que es
muy transitada, Enrique Paoli, también,
baches por todas partes.
—¿Cuánto recibió Iglesia en con-
cepto de regalías n la gestión de
Mauro Marinero?
—Es un dato que sistemáticamente se
negó a revelar. Sí le puedo decir que
durante su gestión tenía mil contrata-
dos.
—¿Acaso el Tribunal de Cuentas no
debería poner la lupa sobre eso?
—Usted lo ha dicho correctamente, de-
bería, pero creo que no lo hará, no ol-
vide que un miembro del cuerpo fue
contratado por muchos años en ese
municipio.
Son infractores y
encima se enojan
—¿Cómo marcha la nueva tarea de
los monitores urbanos, la de levan-
tar infracciones?
—Pese al fin que persigue el municipio,
no ha bajado la cantidad de actas y las
infracciones siguen siendo las mismas.
—¿Puede ser tan indiferente un con-
ductor ante los demás?
—Parece que al menos en Capital, sí.
La mayoría de las actas siguen siendo
por estacionar en una ochava o por pa-
rarse delante de una rampa para disca-
pacitados. Sin ir más lejos, el otro día
