Juan Carlos Bataller
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Roberto Viola, a pedido de Bravo, designó en San Juan a Domingo Ja-
vier Rodriguez Castro. Le seguirían en el cargo el mismo Bravo y
Eduardo Pósleman designados por los militares, Bravo (electo), Jorge
Ruiz Aguilar (vicegobernador electo que asumió al renunciar el líder
partidario) y Carlos Enrique Gómez Centurión.
Terminaba una larga etapa de diez años.
>
Cuando todos pensaban que a los bloquistas sucedería la Cruzada Re-
novadora con Avelín a la cabeza, el triunfo de Escobar
representó el fin
de la hegemonía de los partidos provinciales.
A partir de ese momento
sólo lograrían llegar al poder en frentes multipartidarios como fue la
Alianza.
>
Para quienes pensaban que San Juan se había convertido en una pro-
vincia “procesista”, fue el primer triunfo de
un partido no ligado a los
militares de esa época.
> Por primera vez en la historia
, un político con aspiraciones no inten-
taba acercarse al principal diario provincial.
Más que en la prensa grá-
fica, Escobar centró sus campañas en la televisión abierta. Esto, en una
provincia como San Juan,
representaba toda una novedad
. Y un desafío
que no era fácil enfrentar.
> Finalmente, encolumnaba definitivamente a la provincia
en sintonía
con el gobierno nacional, algo que se mantendría hasta nuestros días.
Una gestión difícil
Pero pronto el joven empresario comprendió que el poder estaba lejos
de conseguirlo.
Escobar resultó electo gobernador de San Juan el 11 de agosto de 1991.
Con el 32,66% de los votos, se impuso con una leve ventaja a la fórmula
del partido provincial Cruzada Renovadora, que obtuvo el 30,13% de
los sufragios.
Llegó con una Cámara dividida y un justicialismo que no terminaba de
asumirlo como conductor, Así, gobernó el primer año.
Tampoco él hacía mucho para ganarse el afecto peronista que veían al
joven licenciado llegar a la sede del Frente de la Esperanza –no del par-
tido- en su BMW y formaba su gabinete con el rector de la Universidad
Católica Pedro Martín, el ministro de la Producción Manolo Prieto, o en
Economía a un joven Ricardo Luque, docente universitario, todos polí-
ticamente desconocidos.
Para peor, no estaba dispuesto a compartir el poder con los diputados.