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vados. Si no nos dan el feriado vamos a hacer un “paro sanita‑
rio”.
La frase pertenece a dirigentes gremiales, que las dicen sin ru‑
borizarse.
Como tampoco se ruboriza el estudiante universitario que
quiere acogerse a los beneficios de no estudiar,
como si el per‑
judicado no fuera él mismo.
Es tan absurda la situación que hasta los trabajadores de la
salud quieren hacer paro porque no les dan franco precisa‑
mente por la emergencia sanitaria…
El tema es más profundo de lo que a simple vista parece. No
hace mucho un funcionario dijo que como no podían dar au‑
mentos de sueldo iban a hacer que sus empleados trabajaran
una hora menos.
Es como si el trabajo fuera cada día más una carga, una maldi‑
ción, una cosa de esclavos o de gente poco cultivada.
En el mejor de los casos, se lo llega a considerar como una obli‑
gación no deseada con la que hay que cumplir para vivir, para
conseguir lo necesario para subsistir.
Digámoslo de una buena vez: en esta Argentina nuestra hay
gente
que nunca trabajó.
Unos, porque nacieron ricos.
Y otros porque se acostumbraron a vivir
“de pobres”,
manteni‑
dos por un sistema prebendario.
Viviendo de pobres consiguen casas que nunca pagarán, jubila‑
ciones sin aportes, planes sociales sin trabajar, comedores esco‑
lares sin educación…
Lo grave es que
están criando hijos que nunca vieron trabajar
a sus padres.
Y que creen que no vale la pena estudiar porque no es diver‑
tido.
Y que sólo pierden el tiempo quienes colaboran con institucio‑
La cena de los jueves