La cena de los jueves
Un día todo mío
D
e pronto las preguntas nos salen de adentro.
¿Dónde
estuve? ¿En qué estúpidos encantamientos me dis‑
traje?
¡Ay..! Qué bueno sería que este oficio de vivir fuera algo repeti‑
ble.
Pero no hay ensayos posibles.
Todo es un continuo tránsito, un sucederse sin planificación.
Y de pronto nuestros días se van sin que hayan sido entera‑
mente nuestros.
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