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Entre estos, seguramente, un buen porcentaje no aclarará que
no lo necesita porque
poco sexo tiene.
El tema sexual está en la conversación de los hombres. Y tam‑
bién de las mujeres.
Basta poner la televisión a cualquier hora para advertir que el
sexo ocupa un lugar importantísimo en la programación.
El 90 por ciento de los mails que cualquier persona recibe es lo
que se llama “spam” o “publicidad basura” y al menos dos ter‑
cios de ellos están relacionados con ofertas sexuales que van
desde píldoras mágicas hasta ofertas de pornografía o sexo.
Si embargo, sectores más dogmáticos o conservadores ven
como
“pecaminoso”
todo lo relacionado con el sexo y hasta
hacen campañas para que no se hable de problemas gravísimos
como el contagio genital y la prevención de enfermedades mor‑
tales.
Es así como en algunas casas el tema sexo es ignorado absoluta‑
mente, tanto entre los integrantes de la pareja como en las char‑
las de padres e hijos.
El resultado es que el SIDA sigue avanzando, que cada vez hay
más abortos y que es normal encontrar
“niñas–mamás”
de 12
años y mujeres, muchas de ellas sin instrucción y de condición
paupérrima, que antes de los 30 años tienen 10 o 15 hijos, algunos
de distintos padres, la mayoría criándose silvestremente en las ca‑
lles.
Un verdadero genocidio y un monumento a la hipocresía.
Les guste o les cause un ataque de hígado a esos sectores, en la
mesa de los jueves, como en la mayoría las mesas,
se habla con
absoluta libertad de estos temas.
Alguna vez, en forma jocosa y liviana y otras con la profundi‑
dad que el tema merece.
Es así como Sergio contaba cómo una simple píldora puede
cambiar toda una cultura.
–Una amiga, profesora universitaria, ya veterana ella, me decía
Juan Carlos Bataller