atiende como sólo una madre puede hacerlo, no le faltan muje‑
res con quienes compartir diversiones y sexo, su hijo está enca‑
minado y pronto será un profesional independiente.
–¿Y cuál es su problema?
–Emilio lleva 20 años como divorciado. De pronto advierte que
su madre está envejeciendo, su hijo seguramente conocerá una
chica con la que se casará, su ex esposa hace quince años que se
volvió a casar, es feliz en su matrimonio y ya tiene otros tres
hijos. Y bien, comienza a desear algo más que la habitación de
un hotel.
–Quiere una compañera…
–Exactamente. Quiere alguien con quién pasar las vacaciones,
con quién compartir una velada en casa de amigos casados, a
quién mostrar orgulloso como su mujer.
–¿Se ha enamorado de Luisa?
–El dice que decir amor cuando uno tiene casi 50 años suena
demasiado pretencioso. Pero que hacía muchos años que no se
sentía tan bien con alguien.
–¿Luisa siente lo mismo?
–Si, también siente lo mismo.
–¿Cuál es el problema entonces?
–Que a diferencia de Emilio, Luisa tiene cuatro hijos de 7, 9, 11
y 13 años. Los cuatro viven con ella. Que ella es única sostén
económica del hogar pues el marido nunca le pasó un peso. Y
que ella es una madre madraza.
–Todo está bien pero…
–Emilio me dice: “yo busco una compañera y te aseguro que
Luisa es la mujer ideal: elegante, cariñosa, inteligente, empren‑
dedora. En serio, me he enamorado de ella”.
–Que se case con ella, entonces…
–No puede. Porque si bien Luisa siente algo parecido al amor
por él, en su orden de prioridades ella y Emilio ocupan el
quinto lugar. Antes están los cuatro hijos.
–¿Y para él?
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Juan Carlos Bataller