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menta la ingesta de azúcar. Luego, les inculcamos a comer lo
más fácil de masticar, como hamburguesas, hot dogs, papa fri‑
tas, todo con abundante sal, mayonesa, ketchup
–La famosa comida chatarra.
–El gobierno estadounidense prohibió la venta de bebidas gase‑
osas en los colegios y controla varios alimentos pues está com‑
probada la incidencia de la comida chatarra en los índices de
obesidad infantil y su relación con la libre disponibilidad de ali‑
mentos con alto contenido de grasas y azúcares al interior de
los recintos educativos.
–Alrededor de las escuelas y en las escuelas mismas se vende
cualquier cosa menos frutas, yogures o leche.
–No sólo es lo que venden en las escuelas sino que las estrate‑
gias publicitarias de las marcas de comestibles son brutales, si
les dicen que juntando cinco paquetitos o cuatro latitas van a
ganar tal o cual premio, los niños muerden el anzuelo ense‑
guida.
–Lo grave
–dijo Antonio, el sociólogo–
es que entre los niños,
sobre todo en los colegios de menos recursos, los alimentos
empaquetados se asocian a un status mayor y no es bien visto
traer la comida desde la casa.
–Lo que hace que una comida sea chatarra son elementos como
grasas saturadas, azúcares libres y la sal, presente no sólo en las
cosas saladas, sino también escondida en montones de alimen‑
tos donde es usada como estabilizador. A todos estos compo‑
nentes, se añaden diferentes saborizantes y colorantes que no
son necesarios para el organismo, sino todo lo contrario–, nos
instruyó Carlos.
El olfato también está cambiando.
–En las ciudades ya no hay olor a campo, en las oficinas las flo‑
res son de plástico, en las casas se perdió el olor de comidas que
ahora se compran pre elaboradas y se calientan en el microon‑
La cena de los jueves