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neidad para ser maduro? Yo escucho a la gente que dice:
“pobre, no maduró, siempre va a ser un inmaduro”. Pero leo a
los filósofos y dicen que el hombre envejece pero no ma‑
dura…
Digámoslo de una buena vez.
Cacho pasó los 60. Y no está loco. Es un
loco lindo
, que es otra
cosa.
Cacho es médico y a veces, sólo a veces, se agrega a la cena de
los jueves. Pero él no cena. Sólo come algunas nueces mientras
nosotros le damos sin complejos a las achuras, los chorizos y la
bondiola de cerdo.
Para Cacho la comida no existe. O existe sólo una única y abu‑
rridísima comida que incluye una cabeza de ajo, un puñado de
arroz, nueces y algunas verduras que cada día, inexorable‑
mente, sale a comprar.
–¿Por qué no hacés las compras una vez por semana? Te aho‑
rraría tiempo…
–¿Y para qué quiero ahorrar tiempo? ¿Qué hago con el tiempo
después que ahorre una buena cantidad? ¿Lo vendo?
–Bueno, pero salir de compras cada vez que deseas comer…
–El hombre en sus orígenes fue cazador recolector. Cada día
salía a buscar su comida. Yo hago lo mismo. Entre otras cosas,
eso me obliga a caminar 40 cuadras.
La lógica de los no cuerdos a veces desarma.
Las caminatas de Cacho son especiales. Cuando camina por la
ciudad no escucha a nadie. Sólo camina. Y lo hace todos los
días, aunque su impecable Fiat 600 modelo 1.965 pase semanas
sin salir del garaje de su casa.
Cacho tuvo mil oficios.
Fue monaguillo en Don Bosco hasta que un día el cura inició
una investigación porque notaba que le faltaban ostias.
–No investigue más, padre. Me las como yo.
–¿Y por qué lo hacés?
–Lo hago cuando tengo hambre.
Juan Carlos Bataller