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menos empleados, menos trabajo, menos creación de riqueza,
menos impuestos.
Y acá viene la pregunta.
¿En qué universidad se forman los empresarios?
¿En qué escuela se va generando el espíritu emprendedor?
Piense un poco.
Las veces que fue noticia la educación, el tema en cuestión fue‑
ron los salarios.
¿Cuánto hace que no se habla de producción en los claustros
universitarios?
Es más, se emiten documentos, se auspician conferencias, se
pintan paredes, pidiendo que se paralice la actividad minera,
por ejemplo.
El rector encabeza marchas por mejores salarios o firma docu‑
mentos para repudiar la presencia de Bush. Todas cuestiones
muy atendibles
pero que en nada van a cambiar la vida de
miles de sanjuaninos que ni siquiera pueden soñar con estu‑
diar.
¿Usted recuerda algún piquete para que desarrollemos nuestras
posibilidades forestales? ¿Una marcha para evitar que salgan
los vinos a granel? ¿Una manifestación para que se pongan en
marcha procesos productivos basados en los conocimientos?
¿Alguien pregunta qué se está investigando en la provincia,
quiénes cobran por hacerlo y qué patentes internacionales traen
divisas y trabajo a San Juan?
No, el problema argentino no es económico.
Esto no lo arreglan los especialistas de Chicago o de Harvard.
Acusar al Banco Mundial, al FMI, a la Sinarquía internacional o
Juan Carlos Bataller