HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER

Juan Carlos Bataller 98 de expresarse a través de movimientos e instituciones vitales, se tradu- cía en este tipo de asociaciones. Nadie puede asegurar si la lista conocida de adherentes a la P-2 incluye a todos sus miembros, si figura gente que nada tenía que ver o si es solo una ramificación de otras agrupaciones similares. Lo que nadie duda es que traducía un síntoma de la decisión de un grupo de cambiar las estructuras tradicionales del poder. La estructura como logia masónica, por si sola, no era ni siquiera indispensable para asegurar o consentir el funcionamiento del mecanismo. Pero se prestaba excelentemente para camuflarlo o, en úl- tima instancia, cobijarlo dentro del más vasto ámbito de la masonería ofi- cial, a la que, sin lugar a dudas, el caso perjudico enormemente. ● ● ● El caso es que ante esa mutación de la estructura de poder cada italiano debía formularse una profunda autocritica y tomar posiciones. Porque tomar a la P-2 como una simple organización para cometer delitos y re- primirla con el código penal en la mano constituía una tarea absurda. Significaba no entender lo que había pasado. La P-2 solo podría haberse gestado en medio de una profunda crisis de la vida política del país. Una crisis que algunos partidos y la mayoría de los diarios intentaban poner al descubierto. Y que otros pretendían continuar ocultando, ais- lando el episodio, protegiendo y amnistiando a los políticos implicados en la logia, sugiriendo juzgar las actividades individuales y no el fenó- meno colectivo. enrico berlinguer, el líder del Partido Comunista, decía en aquellos meses: “Los partidos de hoy son sobre todo máquinas de poder y de clientela. Conocen poco de la vida y los problemas de la sociedad y de la gente. Las ideas, los ideales y los programas son escasos y vagos; los sentimientos y las pasiones civiles, cero. gestionan los más dis- paratados intereses, los más contradictorios, hasta los que no tienen relación con las exigencias y las necesidades humanas emergentes”. ● ● ● ¿Era, en definitiva, esa distorsión de la vida de los partidos lo que había empujado a algunos ciudadanos importantes a creer más en una sociedad secreta que en la vida democrática? Algo de eso pudo existir. Pero es de

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