HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Juan Carlos Bataller 84 un cura irlandés, un venezolano que pretendía radicarse en Italia, una belga joven y muy bonita, aficionada al atletismo y una francesa cuyo esposo era un diplomático llegado hacía poco a Roma. ● ● ● Roland trabajaba en un banco suizo. Hablaba perfectamente alemán, francés e inglés pero como sus clientes eran mayoritariamente del norte de Italia había decidido hacer un curso de italiano. Un día Roland me dijo: —¿Quieres ganar algún dinero? —Te escucho. —Sólo tienes que comprar acciones de una empresa argentina. —Yo no sé nada de inversiones bursátiles… —tú no tienes que hacer nada. Sólo me dices cuanto quieres invertir y yo me encargo de todo. Lo tomé como un entretenimiento pero aprovechando que en aquellos años locos nuestro peso estaba sobrevaluado respecto al dólar (y a la lira) le dije: —bueno, invertí 500 dólares. a partir de ese momento y cada día el suizo me mostraba “il sole 24 ore”, diario de negocios de italia y me indicaba como “nuestras accio- nes” en astra Petroleum incrementaban rápidamente su valor. ● ● ● Mientras eso ocurría, un día Roland preguntó al grupo quien quería acompañarlo en un viaje para conocer Italia. Fui el único que se prendió a la idea y partimos en un viaje de cuatro días. Al momento de partir fuimos a cargar nafta. Me pareció lógico pagar el combustible. —no, no. deja, yo me encargo de todo—, expresó Roland Y así fue, pese a mi oposición, a partir de ese momento pagó todo: pe- ajes, combustible, hoteles, restaurantes… Estuvimos en Florencia, en Milán, en Venecia. Al día siguiente de regresar a Roma, Roland me presentó un completo informe del viaje. Constaba el kilometraje de partida, el de llegada, todos los gastos… No faltaba un centavo. Incluso agregaba porcentaje
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