HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Juan Carlos Bataller 80 y su sobrina Pía Basso, profesora de literatura y viuda desde hace dos años, quienes han añadido que también el testamento que Juan Pablo I había escrito en el Vaticano ha desaparecido. El Vaticano, por su parte, ha señalado que para ellos sigue siendo válido el comunicado oficial emitido en la misma mañana de su muerte. Los dos familiares del papa difunto, católicos fervorosos ambos, habían conservado el secreto porque les habían convencido de que lo sucedido pertenecía “a un designio inescrutable de la Providencia”. Sentado en su mesa La sobrina Pía ha afirmado ahora: “Aquella misma mañana, antes de las siete, me telefoneó don Diego Lorenzi, su secretario, y me dijo: ‘Su tío ha muerto. Estaba trabajando sentado en su mesa de despacho. Lo en- contró muerto la madre Vincenza, pero vamos a decir a todos que estaba en la cama y que lo encontró cadáver John Magee”, explica la sobrina del Papa. “Mi tío, cuando era papa, iba a dormir muy tarde. Se encerraba en su habitación después de cenar y leía hasta media noche. Leía los informes supersecretos que le enviaban de la Secretaría de Estado. En aquel mo- mento seguía lo que pasaba en Panamá y en Nicaragua...”. “La tarde de aquel jueves 28 de septiembre de 1978 estaba leyendo aque- llos informes. La luz estaba encendida y lo encontró muerto la madre Vincenza, la monjita que lo atendía. Se decidió decir que lo había en- contrado el sacerdote irlandés porque no parecía bien que se supiese que una monja entraba en su habitación”. La sobrina del papa Lucíani ha explicado que el cuerpo de su tío estaba aún en el sillón, con los bra- zos apoyados sobre él y la cabeza reclinada hacia el suelo. ● ● ● El hermano del Papa, Eduardo, de 74 años, cuenta que tres días antes de su muerte fue a visitarlo antes de marcharse a Australia. “Nosotros nunca nos habíamos besado ni abrazado, pero aquella tarde él quiso be- sarme, y me abrazó con fuerza. Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí. Pero yo me fui con un misterioso presentimiento dentro”. En sus otros encuentros con el Papa éste nunca le había hablado del caso Marcinkus, el presidente del IOR, el banco del Papa, con quien el futuro
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