HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER

Juan Carlos Bataller 50 Sin embargo, lo que podría haber sido una temporada llena de victorias y alegrías, acabó siendo una de las temporadas más trágicas de Ferrari. en zolder, gillesVilleneuve, el hombre que había devuelto la ambi- ción y que había demostrado su amor eterno a Ferrari, moría en un ac- cidente. Pero las malas noticias para Ferrari no acababan ahí. apenas tres meses después de la muerte del endiosado canadiense, didier Pi- roni, líder en esos momentos del campeonato, se partía las piernas en hockenheim y no volvería a correr lo que quedaba de temporada. el título cayó en manos de Kekerosberg, habiendo sumado sólo una vic- toria en la toda la temporada. al menos Ferrari se llevaba el título de Constructores. ● ● ● Pero entonces –insisto—, nada de eso sabíamos. Estábamos en la pre- sentación de la 126C. Los técnicos hablaban y yo miraba a Ferrari. De pronto don Enzo dejó la presentación y se fue en dirección a las ofi- cinas. Su ida no causó sorpresa. Se sabía que ya tenía más de 80 años y que su- fría mucho de los riñones. Vi que Ferrari se iba y le hice una seña al fotógrafo para que me siguiera. Y lo increíble sucedió. Lleguè a las oficinas de Ferrari sin que nadie me preguntara siquiera quién era. Y allí estaba, preguntándole al ilustre viejo: —Comendatore, soy argentino, ¿puedo hablar un minuto con usted? Sorpresa. Ferrari me invitó a sentarme a su lado. Y yo, en lugar de de- cirle que quería entrevistarlo comienzo diciéndole: —¿Sabe? desde que era niño escuché a mi abuelo, un inmigrante de la alta italia, hablar de usted. ¿Se imagina lo contento que estaría si hoy me viera aquí a su lado? Lo miré a los ojos y vi que sonreía. —¿Cómo se llamaba su abuelo? —alfredo Parietti. —Mi padre también se llamaba Alfredo.

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