HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Historias contadas con 2 dedos 45 bamos bien. Con los años uno toma real dimensión de lo que era ese mundo sin celulares ni internet. Estamos hablando de 1975 y parece que fue ayer. Pero era otro mundo. Los periodistas nos hacíamos en la calle, en el lugar de las noticias, en largas comidas con políticos, gremialistas, empresarios o gente de la cultura que podían extenderse hasta la ma- drugada. No teníamos al señor Google, no había ni archivos disponi- bles ni agencias de noticias que nos informaran a cada minuto de lo que estaba ocurriendo. Los diarios de Buenos Aires llegaban un día después, el futbol se veía en las canchas pues la televisión no pasaba partidos y había que pedir a la telefonista una comunicación “larga distancia” para hablar por teléfono a algún lugar fuera del gran San Juan. Pero volvamos a Barreal y a aquel fatídico día. Recién a las 2 de la tarde conseguí una comunicación telefónica . La noticia todavía no llegaba a la ciudad… ● ● ● La pericia de Pablo Aguiar permitió el rescate del único sobreviviente, el geólogo Héctor Péndola. Inmediatamente emprendimos el regreso a San Juan. El accidentado ocupaba el lugar del militar que quedó en Barreal para regresar vía te- rrestre. No quería saber nada con los helicópteros. En el viaje de regreso don Eloy comentó: “el Mercedario no quiere en- tregar sus riquezas”. Yo trataba de hablar con el accidentado, que venía en muy mal estado. El hombre me respondía algunas preguntas y por momentos parecía dormido. —háblelo, es mejor que no se duerma—, me decían Camus y Aguiar. Aterrizamos sin inconvenientes en la terminal de ómnibus donde ya es- peraba una ambulancia. ● ● ● La historia no termina allí. Al día siguiente fui al Hospital Rawson para ver cómo estaba el doctor Péndola. Me permitieron pasar a la habitación. El hombre tenía varias quebra- duras.
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