HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Historias contadas con 2 dedos 39 te imagino arriba de un cerro, mirando desde lo alto esta gran aldea, esta vida en la que cada día pasamos a ser más contribuyentes, usuarios, clientes o aportantes en lugar de seres humanos. Y desde allí, desde las alturas, mostrarnos personajes, explicarnos situaciones... —atendeme, juan Carlos. Yo ya tengo un lugar, que es este San juan. tengo una vida hecha. tengo una mujer. tengo hijos. Quien pida más que eso es un insensato. Quien pida menos es un estúpido. Pero me interesa tu propuesta. Y me gusta ese nombre que dijiste: La gran aldea. así se llamará la columna. Pero quiero preguntarte algo: ¿cuáles serán mis límites? —Ninguno, escribí lo que quieras. —otra condición: no quiero que me paguen un peso. —¿Porqué? —en primer lugar, porque cuando tuve necesidades peleé por un peso. hoy no las tengo y soy capaz de regalar mi tiempo. Sólo un estúpido lo vendería sin necesidad. Y en segundo término, porque a esta altura de mi vida quiero seguir siendo libre. Y la libertad no puede figurar en una nómina de pagos. ● ● ● Durante diez años Rufino escribió La Gran Aldea. Rescató personajes, situaciones, palabras, climas, colores, costumbres. Mezcló la poesía con la paleta del pintor, la urgencia del periodista con la mirada larga del pensador. Y a todo lo sazonó con un verbo absolu- tamente personal, con una marca regional indiscutible pero, curiosa- mente, asentado sobre un hombre universal. Nos acompañó en las buenas y en las malas. Cada mañana venía a tomar café conmigo en el diario. ¡Y era una fiesta hablar con él! A fines de 1992 editamos un libro que reunió muchos de sus escritos. Se llamó “La Gran Aldea, memorias del corazón”. ● ● ● Un día, ya cerca de los 80 años, sus trabajos comenzaron a espaciarse.
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