HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Juan Carlos Bataller 38 por su ingenio y belleza literaria. apurado por estrecheces económicas, un día pidió aumento de sueldo. —Rufino, la situación no es buena. Espere un poco. —hace mucho tiempo que espero y así no puedo seguir... —Piénselo. Si no escribe acá... ¿dónde lo va a hacer? —hay una cosa con la que usted no tiene en cuenta. —¿Qué es? —¡Mi gran capacidad para cagarme de hambre...! Ese mismo día juntó sus cosas y se fue del diario. Desde entonces nunca había vuelto a escribir en un medio de difusión. ● ● ● El Gringo no me dio tiempo a que le hablara a Rufino. Al día siguiente se vino con él a la oficina que teníamos en la calle Santa Fe. Rufino fue muy directo: —Yo tengo una buena jubilación y no quiero trabajar más en relación de dependencia. te puedo mandar alguna nota de vez en cuando. —No es eso lo que quiero. —¿Y qué querés? —Mirá Rufino: la prensa se entremezcla cada día más con la literatura. Hoy, la mera información no es más patrimonio del periodismo gráfico. —Seguí. —Yo no estoy buscando un periodista que corra atrás de la noticia ni un opinador profesional. —¿Qué buscás? —Alguien capaz de recrear climas, situaciones, emociones. Alguien que nos enseñe que la vida es una continuidad y la explicación de lo que nos pasa debemos buscarla en algo que ocurrió hace cincuenta años o que sucederá dentro de diez. —¿Y vos crees que yo puedo hacer eso? —Podés hacerlo precisamente porque estás jubilado, porque tenés tiempo, porque sos un gran escritor, porque no has vivido al pedo. Yo
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