HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Historias contadas con 2 dedos 31 El Nuevo Diario estaba conquistando su propio público, los “fieles”, que lo compraban por su contenido más que por una gran nota. Pero además estaban los otros, los lectores que se acercaban por deter- minado título. Esa franja nos interesaba porque podíamos conquistar nuevos lectores fijos. Pero... ¿cómo saber qué le interesaba a ese lector esporádico? Imprimíamos en Mendoza, por lo que no podíamos hacer una segunda tirada si nos quedábamos cortos. ● ● ● Habíamos comenzado con un tiraje estable de cinco mil ejemplares. La primera edición, porque era novedad y por la gran campaña publi- citaria, se agotó el primer día. —Perforamos el “techo” proyectado, hagamos más ejemplares—, di- jimos. A la semana siguiente encargamos 7 mil. Sólo vendimos 4 mil. Gran decepción. —Se nos cayeron las ventas. ¿La gente se decepcionó con el primer número? Las dudas nos atormentaban. La semana siguiente volvimos a hacer 5 mil ejemplares. Vendimos 3.800. —algo está pasando. Seguimos cayendo. —¿Cuánto imprimimos esta semana? —Sigamos en el tiraje inicial. Yo haría otra vez 5 mil ejemplares. Si la tendencia se mantiene en alrededor de 4 mil, la semana próxima dis- minuimos la cantidad. Todos estuvimos de acuerdo. —esta edición es clave, pues marcará una tendencia —, nos dijimos. ● ● ● El viernes a las 9 de la mañana nos llamaron de la Distribuidora Cam- pana, encargada de la distribución del diario. —¿tienen más ejemplares? —¿Qué pasa? —no nos quedó ni uno. —¿Los canillitas retiraron todo?
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