HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Juan Carlos Bataller 196 • Y fue también protagonista del mayor gesto solidario al ser re- construida en el mismo sitio. ● ● ● Vivir en San Juan, simplemente, es un placer. Caminar por estas calles y advertir que los árboles, gran parte de los edificios importantes, las avenidas con sus bulevares, la casa donde vivo, tienen mi edad o menos, me dice que nada me es ajeno y que todo se fue haciendo a nuestra propia medida. Saber que por estas calles caminaron, siendo niños, algunos de los hom- bres más importantes de este país me llena de orgullo. ● ● ● Yo se que muchas veces estas distinciones se entregan por motivos po- líticos o por intereses de algún legislador de poco talento y deseos de figurar. Pero cuando recibía la carta le di la importancia que tenía. De pronto que alguien conceda importancia a nuestro trabajo y se nos considere un vecino ilustre, es un inmenso honor. Aquella noche, cuando bajé del escenario, vi las caritas de mis hijos y nietos. Y pensé: ¡qué contentos estarían mis viejos! La vida es una continuidad. Y no hay nada tan importante como ser reconocido en nuestro propio pueblo. ¿Saben por qué? Nadie puede pretender ser ciudadano del mundo si no comienza por ser buen vecino en su propio pueblo. Todo se vuelve una abstracción si no asumimos las responsabilidades que nos caben en nuestra casa, en nuestro barrio, en nuestra ciudad. Y yo estoy orgulloso de vivir en esta ciudad, la más hermosa del país.
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