HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Historias contadas con 2 dedos 149 la opinión del pueblo sino tan siquiera la de lo más representativos di- rigentes políticos y sectoriales. Otros preferían ahondar en el aspecto internacional de la cuestión: éste era el primer enfrentamiento de importancia entre los países del mundo occidental , y se explicaban: la Argentina, a pesar de todos sus problemas actuales, es un país constituido a imagen y semejanza de Eu- ropa. A pesar de su “acentuado proceso de latinoamericanización en los últimos años” –señalaban intencionalmente–, “ha sido un tradicional aliado del mundo occidental y ha jugado un papel de gran importancia en la difusión de nuestra cultura en toda Sudamérica, en la que alguna vez fue país rector”. Para estos analistas, el enfrentamiento entre inglaterra y argentina representaba una fractura dentro del mundo occidental que si se pro- fundizaba perjudicaría a todo occidente. ● ● ● Algunos especialistas, en cambio, preferían abordar otra cuestión del tema: el enfrentamiento norte-sur. Y se preguntaban : ¿es esta una gue- rra del pasado, típicas de las luchas libradas por los países jóvenes contra el colonialismo? “Existen elementos para suponer que sí pero éstos no son suficientes pues a fines del siglo XX es anacrónico pensar que la lucha contra el colonialismo se deba encarar militarmente”, ar- gumentaban. Y agregaban: “esto se parece más a una guerra del futuro, a una de las que podrían llegar a plantearse entre naciones ricas y na- ciones pobres si la brecha existente se continuara ensanchando. Pero para que ello fuera así, una de las partes tendría que haberle dado un contenido filosófico del que carece absolutamente la acción llevada a cabo por las fuerzas armadas argentinas”. ● ● ● Los especialistas en temas militares, mientras tanto, preferían incursio- nar en otro aspecto: las posibilidades que ofrecía el diferendo si se plan- teaba un conflicto armado, para ensayar en reducida escala nuevos armamentos y materiales. Los entendidos en economía alarmaban con otra cuestión: la abultada deuda externa de nuestro país que, sumada a la de Polonia y varios pa-
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