HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Juan Carlos Bataller 132 Era contador y eso le dio una visión empresaria que quedó de mani- fiesto en su emprendimiento: el viejo almacén , un icono del tango por- teño durante muchos años, ubicado en la calle Independencia que inauguró en 1969. ● ● ● Y precisamente en El viejo Almacén tuvo lugar la segunda parte de este relato. Fue a principios de 1982, cuando viajé de Roma a Buenos Aires por temas relacionados con el diario. Lógicamente, fui a El Viejo Almacén. Y allí me recibió Rivero, con su calidez de siempre y me ubicó cerca del escenario. Al término del espectáculo vino la sorpresa. Rivero ofreció unos tragos y de pronto me dijo: —te quiero presentar a uno de mis guitarristas, sanjuanino como vos. Esa noche conocí a Ernesto Villavicencio, el querido “Negro” al que San Juan y en especial la tonada, debe un monumento. No tengo la menor duda que tarde o temprano la tonada será un género musical conocido en todo el país. Y mucho deberá a las letras y melodía que nos dejara el Negro Villa. Evidentemente, los encuentros se pueden producir en los lugares más inesperados: Dos sanjuaninos se conocieron en Buenos Aires y presen- tados nada menos que por Edmundo Riveros. ● ● ● Queda para el final una anécdota. Recuerdo que luego de llevar a Rivero y Julieta al hotel, mis hijos me comentaban cómo les había impresionado el tamaño de las manos y los pies de Riveros. El tamaño de sus manos y pies, como así también su nariz prominente y su voz grave eran producto de una enfermedad conocida como acro- megalia, enfermedad que aparece en los adultos y se debe a la secreción excesiva de hormona del crecimiento. Cuando la hipersecreción de GH se produce antes de finalizar el crecimiento, en niños o adolescentes, se produce el gigantismo acromegálico, que conlleva tallas exagerada- mente altas.
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