QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO V
72 Juan Carlos Bataller —Además de cantar sabés de arreglos, de música, ¿habías estu- diado de chico? —En verdad, lo mío fue básicamente intuitivo. —¿Hacías los arreglos intuitivamente? —De oído, oreja, como le quieran llamar. Mi mamá quería que mi her- mana, que es un año mayor que yo, estudiara piano. Entonces la mandó, cuando tendría cinco o seis años, a una profesora para que es- tudie piano y yo la acompañaba. La profesora de piano era amiga de mamá. Yo estaba esperando esa hora sentado, jugando con los coche- citos, escuchando y mi hermana estaba estudiando. Y en un momento dado me pongo a tocar al piano; lo que mi hermana tocaba con la par- titura yo lo tocaba sin partitura. Entonces la profesora le dice a mi mamá “Ricardo tiene que estudiar piano”, entonces mamá dice “el año que viene vas a estudiar piano”. Al año siguiente mi hermana sigue con la profesora y yo empiezo a estudiar. Había dos pianos en esa casa, mi hermana en una habitación y yo en otra. Y resulta que ella me mostraba lo que yo iba a tocar en la partitura, tocaba una vez y me mostraba. Yo no miraba la partitura, le miraba los dedos. Des- pués me quedaba a estudiar y en realidad intentaba copiar lo que hacía la profesora sin saber la partitura. Cuando ella se dio cuenta de que yo no leía sino que tocaba de oído, dijo “es muy curiosa la musi- calidad que tiene. No lee la partitura”. Fueron dos años así. —Era innato tuyo. —Innato, así era. Y bueno, aparece el folclore, y yo me daba cuenta de que hacía un acorde y sonaba bien. Era lo que me sonaba. En el con- junto cuando empezamos el que estudiaba guitarra era el Nene Fer- nández con el doctor Benicio Bustos. Y resulta que en ese momento el Nene tocaba la guitarra, Ernesto el bombo y yo paradito cantaba. Hasta que aparecieron los famosos concursos en la confitería Dunia y ahí fuimos como niños. Entonces en una semana el Nene me enseñó tres tonos y toqué la guitarra. Empecé así sin profesor y el Nene me pasaba lo que estudiaba con don Benicio. Y a medida que pasaba el tiempo, obviamente lo veías tocar al Negro Villa, al Bebe Flores, vos vas viendo, descubriendo cosas, seguía siendo intuitivo. Sabía qué acorde estaba tocando, disminuido, alterado, no sabía cómo se llama- ban pero si sabía cómo se armaban y sonaba. Así íbamos cambiando y
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