QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO V

298 Juan Carlos Bataller descubrí que era mentira, tenía hasta quinto. Pero era un tipo que tenía como libro de cabecera el anuario, que salió hasta el año 1970 creo. Era un libro que daba las estadísticas mundiales de la produc- ción de todos los países y datos de consumo, de cemento, de hierro. Él siempre nos incentivó a mi hermano y a mí a que estudiáramos. Mi hermano nunca le interesó y yo sí, quizás un poco incentivado por mi padre. Me acuerdo que cuando construía en Caucete me llevaba en la bicicleta, yo iba sentado en el portabultos. Íbamos en la mañana, vol- víamos en la tarde y a veces llevaba un tablón en el hombro. -Por ahí uno piensa que todo es cuestión de suerte en la vida. -La suerte siempre tiene que existir pero también es cuestión de sacri- ficio. -¿Cómo era tu viejo?, ¿era duro? -Era duro, muy duro. -Algún coscacho ligaste. -Coscacho y chancletazo por parte de mi madre. Un día leí un artículo de una persona que contaba que aún hoy, cuando entra a una talabar- tería, se acuerda del olor a cuero del cinto del padre. Creo que eso falta hoy en la educación en casa. Hoy si uno toca a un hijo va preso. -Pero al mismo tiempo era afectuoso con vos. -Sin duda, creo que las veces que mi padre me levantó la mano lo hizo con razón. Y creo que muchas veces no la levantó y la tendría que haber levantado. -¿Y cómo era el Atilio chiquito?, ¿dónde estudiaste? -Muy travieso. Mi madre siempre decía que tenía doce hijos. Tenía a mi hermano Giancarlo y Atilio que valía por once. He sido muy tra- vieso. -¿Ustedes vivían en la avenida Córdoba? -No, cuando empezamos mi padre alquilaba una casa en calle Brasil entre Diagonal Don Bosco y Rawson. Mi padre alquiló, teniendo em- presa constructora, durante 17 años. De eso no me olvido nunca, yo le decía “¿papá por qué no te construís una casa?”. “¿Para qué voy a

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