QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO V

296 Juan Carlos Bataller cuando me quedé sola con ella, me llamó aparte. Yo tendría 8 o diez años y me dijo “mirá Atilio, tu padre te mintió. Esos son tres tiros”. Entonces yo me sorprendí con eso. Me dijo “no te sorprendas” y ahí me contó lo que pasó. Eso fue lo único que supe de mi padre en su ac- tividad como partisano, porque mi padre no habló nunca. En mi casa paterna no hubo nunca un arma, jamás. -¿A qué se dedicaba laboralmente…? -Él en Italia, junto con tres hermanos, trabajaba en una empresa que se dedicaba a restaurar bienes de antigüedades. Tal es así que restaura- ron por la parte externa, en tres oportunidades, la cúpula de San Pedro, la parte de tejuela negra. Uno era especialista en encofrado, otro en hierro, otro en revoque. -No es poca cosa…! -Esa empresa ganó una licitación internacional que se hizo en San Juan, en el año 1948, para construir un puente, que es el de 9 de Julio. El puente en arco, que fue el que se destruyó hace poco y se hizo uno nuevo. Entonces la empresa mandó a la Argentina camiones, hormi- goneras y todo el encofrado especial para hacer el puente en arco, con un jefe de obra, que era mi padre, más un ingeniero. -Él llega como parte de la inmigración que se produce después de la Segunda Guerra Mundial. -Eso fue después, mi padre llegó acá en 1949 y se demoraron una se- mana en viajar desde Buenos Aires a San Juan. -¿Por la maquinaria que traían? -No, porque leían en los carteles “Despacio” y ellos leían “Despacho”, creían que era un boliche. Entonces empezaron a buscar dónde estaba. Siempre me contaba que en aquella época es regalaban terneros con la premisa de que devolvieran el cuero. Lo único que les importaba era eso. -Hubo una época en la que dicen que a las vacas las mataban nada más que para comerles la lengua. Era lo único que le importaba al gaucho. -Evidentemente en aquel tiempo se cotizaba más el cuero que la carne.

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