QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO V
172 Juan Carlos Bataller o no, si servía para esto. Fue dudar, volver para atrás, ir y venir. Cuando fui a Buenos Aires me di cuenta que sí. —Estuviste en pareja con otro boxeador. ¿Cómo es la vida con un boxeador, dos boxeadores? —Él ya estaba retirado. Creo que no es lo mismo que tu pareja sea bo- xeador y los dos boxeen al mismo tiempo que estar con alguien que ya está fuera de la actividad. Es diferente. En Buenos Aires veo com- pañeras que tienen sus parejas así y están los dos en actividad. El de- portista es egocéntrico, tiene que ser egocéntrico. Entonces esa individualidad, esa separación que se genera, hay que saberla llevar. —Cuando el boxeador no boxea por un tiempo, ¿qué pasa?, ¿siente la necesidad de boxear?, ¿se desquita con un saco? —Yo estuve dos años inactiva. Me alejé del boxeo por temas persona- les, porque para subir a pelear tenés que ir preparado, no podés pre- pararte así nomás porque los golpes duelen el doble. Durante esos dos años practiqué kickboxing y aprendí otros deportes de combate. Seguí practicando porque lo necesitaba. — ¿Kickboxing es peor que el boxeo?, ¿es más violento? —No. Yo pensaba eso, fui a entrenar y la verdad es que no. El boxeo tiene mucha historia, mucha técnica. Creo que es un deporte que está tan avanzado y tan fino que por ejemplo el kickboxing todavía no logra eso. — ¿El día después cómo es?, ¿aparecen los hematomas, los dolores? —El segundo día es cuando uno baja los niveles y empieza a doler el cuello, la mandíbula, los hombros, toda la espalda. Son los dolores normales. —Siempre se habló de peleas arregladas, ¿eso existe? —He sentido, pero depende de cada uno. — ¿El boxeo es una salida para muchos chicos, de lo que viven y de la pobreza? —Sí, la verdad que sí. Justamente es un deporte que toca a una parte de la sociedad que busca salir de alguna manera. En la parte amateur
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