QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO V
168 Juan Carlos Bataller —Sí, se siente. Me parece bien que si no sentís algo lo demostrés, es mejor que estar forzando a alguien a que cumpla un rol que no quiere. Si hubiera sido así mi mamá hubiese estado peleando con mi papá todo el tiempo, eso tampoco deja vivir a la otra persona. No hubo todo ese conflicto, directamente mi mamá se hizo cargo de nosotras y siguió ella sola. — ¿Con tu papá volviste a tener contacto o no lo viste nunca más? —Sí, lo vimos un par de veces, pero es una relación que no se ali- mentó nunca. — ¿Y siempre estuviste ligada al deporte? —A los ocho años, en la escuela, me di cuenta que el deporte era algo que me atraía mucho, era un lugar donde me sentía contenida. A par- tir de esa edad la clase de educación física se convirtió en algo espe- cial. Y siempre quise practicar deporte pero mi mamá era una mujer muy miedosa. Yo le pedía ir pero como éramos todas mujeres y ella estaba sola nunca nos mandó a un club. Recién cuando tuve 18 años pude ir yo a un club y empezar un deporte. De hecho, soy profe de Educación Física, empecé la carrera y también comencé a entrenar y a hacer deporte. — ¿Entonces cómo fue esa niñez sin deporte? —Jugaba con mis hermanas. Por ejemplo, una de las cosas que siem- pre le pedía a mi mamá era que nos regalara pelotas, raquetas de tenis, nunca muñecas porque no me gustaban. Me gustaba moverme. Teníamos un fondo grande y ahí jugábamos a la pelota, al tenis, al vóley. Siempre estaba con ellas porque mi mamá tampoco nos dejaba salir a la calle a jugar con los vecinos. Menos mal que éramos cuatro, jugábamos entre nosotras. En la escuela igual, en el recreo salía a jugar y aprovechaba la clase de educación física. Me acuerdo que a los chicos no les gustaba ir o querían irse de vacaciones y yo al revés, quería ir a la escuela porque era salir de mi casa a otro ambiente. — ¿Tu mamá vive? —Falleció hace cinco años. —Y de ahí viene tal vez la vocación de madre. —También. Me emociona hablar.
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