QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO V
117 Qué hiciste con tu vida ahí hice el primer año de Fórmula 2 en Europa. Luego, por otras cir- cunstancias, empecé a tener con él una relación más fluida. Después ya estaba permanentemente con él y me llevaba a todas las carreras. Realmente lo que hice lo logré gracias a él. Yo hice mi esfuerzo, pero él me correspondió. Corrí las tres primeras carreras de Fórmula 1 sin un sponsor. Así que en ese aspecto mi agradecimiento hacia él porque me dio la oportunidad. Yo también la busqué e hice los méritos suficientes como para poder hacerlo, pero es un hombre que se portó bien con- migo. —¿Tu debut fue en Canadá? —Exacto, en Montreal. —Creo que hubo algo de casualidad para que pudieras debutar ese día. —Yo no sabía. Lo que pasa es que el contrato de Lauda (N. de la R: Niki Lauda, campeón del mundo de Fórmula 1) terminaba el día vier- nes. La carrera se corría el domingo y el viernes era el primer turno de clasificaciones. Ecclestone ya me había preparado, me había hecho probar varias veces los autos. Me dijo: “tenés que estar si o si en Ca- nadá”. Como siempre íbamos en el avión de él, él se aseguró de que yo estuviera. Él tenía la duda de que Lauda le dijera: “hasta aquí lle- gue”. Entonces se dio un debut un poco cinematográfico, extraño, pero bien. Antes de empezar el primer turno de clasificación, Lauda le dijo que no corría más. Niki le dijo: “lo tenés a Ricardo, así que no vas a tener problema”. Entonces me empieza a buscar a mí y yo justo me había ido porque tenía problemas con la visa para entrar a Estados Unidos, había ido a buscar el pasaporte. Y lo veo entrar a Lauda en el hotel que quedaba cerca del circuito, caminando. Me miró pero no me dijo nada. Te imaginás, inmediatamente yo salí corriendo al autó- dromo. Cuando llegué me di cuenta que me estaban buscando. Falta- ban quince minutos para que terminara la clasificación y Ecclestone me dijo “¿dónde te metiste? Ahí está el auto para vos”. —El sueño del pibe… —Y yo no tenía mis cosas, las había dejado en Londres, no sabía nada. Y él me dijo: “Niki te ha dejado el buzo y el casco, pero ya no hay tiempo, esperemos hasta mañana”. A veces uno toma decisiones equi-
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