QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO IV

206 Juan Carlos Bataller cuando llego a Curitiba me filma la TV Globo, que es como decir Cró- nica TV acá, se ve en todos lados. Cuando llegaba a cada pueblo ya me conocían y era importante. —¿Cómo seguiste? —En barco por el Amazonas hasta Macapá y de ahí tenía dos caminos, la selva, el Amazonas con 700 Km de selva virgen o un avión que cos- taba 70 dólares. Enfrenté la selva. —¡Linda aventura! —¡Papito! Te daban un rifle con 50 cartuchos por si hacía falta, el que debías entregar al llegar. Arranco de Macapá. Al primer pueblo, ciento y pico de Km, llegué al atardecer y dormí ahí. Al otro día tenía que pasar un río. Una barcaza me pasa y me deja. Me quedaban 600 kiló- metros por una rutita que en la primera llovizna se te hace barro. —Y te largaste… —Ando y ando y a las 17 empieza una llovizna, no pude seguir, me tuve que quedar. Cansado me meto entre unos arbustos, hago un nido, pongo la moto y cuando veo a los costados me veo rodeado por gatos onza. —¿Qué son los gatos onza? —Son como el chita. La piel es muy cara. Son de la familia de los feli- nos, como la pantera, peligrosísimos. (N.R.: conocido también como ocelote) —¿Qué hiciste? —¿Qué iba a hacer? Me quedé quietito y me dormí entre los gatos onza. Al otro día me levanto y estaba todo despejado. Entonces cuando siento un ruido. Un camión, de esos Ford viejos porque eran los únicos que podían entrar ahí, con 25 tipos armados hasta los dientes. —¿Por qué estaban armados? —Para protegerse de los animales. Me dicen “¿Pero usted está loco? ¿Cómo se ha metido solo en la selva y ha podido sobrevivir?”. No sé, debe ser de suerte. Cargaron la moto y me llevaron hasta la frontera. Llego a Oiapoque, todavía en Brasil, donde tenía que tomar otra lan-

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