QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO III

131 Qué hiciste con tu vida santísimo, inmediatamente hicimos el equipo de softbol de la univer- sidad. Íbamos a competir en la liga de Mendoza, íbamos equipados en el colectivo. Cuando nos bajábamos en Media Agua a tomar un vaso de agua, nos veían con esa ropa que parecía que veníamos de un esta- dio de béisbol de Estados Unidos. Jugábamos en la cancha del Liceo General San Martín y de ahí volvíamos. —Imagino que en aquella época descubrís las relaciones con las chi- cas. —Sí. Eran otras épocas. Yo tengo que agradecer muchísimo a mis ami- gas y amigos sanjuaninos que me cobijaron como uno más. Nos invi- taban a cumpleaños de quince, a los asaltos, no abriéndonos la puerta de su casa, abriendo su corazón y sus brazos para recibirnos. Nos lle- vaban a las fincas. Para mí fue descubrir un mundo absolutamente distinto al de mi vida en San Luis. Eso lo valoré muchísimo, esa cues- tión que tiene el sanjuanino que es brindarse hacia quien llega de afuera, me encantó. —Pero fuiste a buscar una esposa a San Luis. ¿Cómo es la historia? —En realidad no la busqué, la dejé creciendo allá, porque cuando me vine a estudiar mi señora tenía 11 años. —¿Y ya estabas flechado? —No, no la conocía. Vivía enfrente de mi casa, un poquito más allá. Cuando iba visitar a mis padres, empecé a descubrir a una chica que me atraía muchísimo y que estaba creciendo. Cuando ella tenía 19 años nos casamos. Siempre me encanta contarlo, siempre digo “yo con mi mujer me casé de apuro”, pero no por una cuestión de un hijo que venía. Yo trabajaba con el arquitecto Carlos Díaz Cano y en un momento me dijo: “che, está el Congreso Mundial de Arquitectura en Madrid, ¿querés que vayamos?” Entonces le dije “me encantaría”. Y me dijo “casate y nos vamos los cuatro”. Él es el responsable de que me haya casado así. Entonces yo llego a San Luis, en una visita normal a la casa de mi novia, y le dije “Adriana, ¿qué te parece si nos casa- mos?”. Pero no estaba en el mi programa ni en el de ella. Como chicos jóvenes y con muchas ideas de vivir la plenitud de nuestra juventud me dijo “si, me parece fantástico que nos casemos”. Y nos casamos por un viaje que hicimos a Madrid.

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