QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO III
127 Qué hiciste con tu vida uno de esos eventos formaban como escenografías y después lo redes- cubrí en Texas, en donde reproducen esas situaciones de ganado tran- sitando por las calles los días domingo para traer turismo. Eso pasaba en San Luis. —Importa también la parte humana. Ese es el paisaje, está descripto. Yo quiero saber de tu padre por ejemplo, porque a través de tu me- moria de él, voy a conocerte un poco más a vos. —La memoria de mi padre es excepcional. Mi padre tuvo muy poca formación escolarizada, hizo la primaria nada más. Después tuvo que empezar a trabajar para ayudar a su familia y terminó siendo un co- merciante reconocido de San Luis. Tenía un negocio de ramos genera- les, esa es la rama del comercio que más se asemeja a la vida porque tenés de todo. —Y tu madre después de esa experiencia, criada por monjas, en el papel de madre, ¿cómo era? —Se dedicó a la docencia. Fue profesora en una escuela de mujeres. Ella recordaba, por lo que le habían contado, que su madre fue artista plástica. Guardaba algunas cosas de ellas. Mi madre para mí fue una hacedora de mi vida, de mi futuro y mi realidad. —A eso quería llegar. La persona de más influencia fue tu madre. —Sí, en algunas cosas, sí, y en otras, mi padre. —En la parte profesional, tu madre. —En la parte profesional y de este apego hacia las cosas sensibles de la vida, mi madre. Ella fue la que me mandó a estudiar dibujo, con una profesora que era Gringa Poblet. Hablar de ella en San Luis era, y es, hablar de una prestigiosa artista plástica que además dictaba cla- ses. —¿Qué edad tenías? —Yo tendría 5 o 6 años y mi madre me mandaba a que aprendiese a “sentir el olor del arte”, así decía ella. Y realmente el arte tiene olor, tiene aroma, paisajes y espacios. Yo me acuerdo que entraba a unas salas, salones o sería una cuestión gigantesca que yo la veía a partir de mi escala de niño. Muchas veces uno cree que las cosas son gigantes
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