QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO III

122 Juan Carlos Bataller A unque haya nacido en San Luis y tenga un apellido patricio para quienes vivimos en este lugar del mundo, es un san- juanino más. Y basta decir Toto para saber que hablamos de Héctor Muñoz Daract. Pero hablemos del hombre y su obra. Hay profesiones que se ejercen con protocolos, con guías, con especies de barandas que marcan el camino. Otras, están más identificadas con lo que llamamos vocación y aceptan ciertas libertades. La arquitectura es uno de esos muchos trabajos y profesiones para los que naturalmente hay que estar predispuesto y en los que es más fácil identificar la “llamada” o “vocación” desde relativamente pronto. Pero si nos quedáramos ahí estaríamos hablando de profesionales adocenados con mayor o menor creatividad. Con los grandes cambios tecnológicos y el acelerado proceso de globa- lización estamos ante nuevos paradigmas laborales y ya nada será igual para la profesión. Las viejas reglas del juego ya no sirven. No servían incluso antes de este acelerado proceso, pero la mayoría de los profesionales parecía no darse cuenta y seguían repitiéndose en sus conceptos. Y es acá donde se agranda la figura de Muñoz Daract. Toto le agrega a su profesión otros conceptos que vienen desde su cuna, desde lo social, desde lo político, desde la historia misma de la humanidad. Se planta ante cada obra como lo hace el artista con su pincel ante una tela virgen. Y a partir de ese momento él es el pincel, el lienzo y la obra. Y eso se advierte no sólo cuando proyecta una vivienda, un complejo turístico, un espacio público sino también cuando se enfrasca en una charla, cuando prepara una comida o cuando elige un lugar donde vivir. El resultado es una marca registrada: el arquitecto Muñoz Daract. El Toto. JCB

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