QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO II
74 Juan Carlos Bataller — Yo creo que ganó porque la medicina suplicante y la medicina pa- ternalista no llegan a buen puerto. Hace falta una igual y si es posible alguien autónomo que consulta y decide porque si no, de otro modo, es una especie de dictadura encubierta. Es mentira que alguien puede ponerse en el lugar del otro y decidir de acuerdo a su escala de valo- res, a su conveniencia o la de su familia. Eso no existe. — Recuerdo médicos que llegaban a una casa y atendían a todos, sa- bían de todo. Hoy en día están cada vez más especializados… — También existe el paciente autárquico que es primo del ministro y que en lugar de consultar, dicta. El lugar donde yo estudié se intere- saba más por la célula que por el dueño de la célula, por el mecanismo íntimo de la enfermedad. Cuando salí de la facultad me di cuenta que faltaba un componente, la sociedad, porque se puede protocolizar mucho, pero el gran rol del médico es entender en qué aldea le toca ejercer. Si uno hace el karaoke de una sociedad medial, acá, en Cau- cete, la verdad es que es un papelón. Es como una orquesta que des- afina tocando una melodía que no entiende para un público que sabe pero también sabe que eso no le sirve. Entonces, lo peor, que ya se veía en la facultad, era que el paciente que estaba en el hospital, no entendía muy bien por qué estaba ahí, cuánto tiempo le quedaba, por qué no podía ver a sus familiares y qué hacían todos esos que lo rode- aban con una curiosidad morbosa, pero sin un interés genuino por él. —Otros tiempos… —Teníamos psicología médica y psiquiatría y me acuerdo que en una oportunidad nos prohibieron que habláramos de la enfermedad. Se podía hablar con esa persona de cualquier cosa menos de su enferme- dad y esas fueron las primeras veces que entendimos lo que había más allá de las células, que no tenía sentido entender tanto a las célu- las. — Cada sociedad también es distinta. Dijiste que le faltaba la socie- dad, creo que la sociedad de Caucete que ponías como ejemplo no tiene absolutamente nada que ver con la de Nueva York. El tipo de Nueva York necesita que le digan lo que tiene y el de Caucete, a lo mejor, si el medico se lo dice, le arruine el tiempo de vida que le queda…
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