QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO II

113 Qué hiciste con tu vida —Tengo recuerdos de que yo, ya antes, me iba al puente de Albardón en bicicleta a sacar arcilla seca del río. Le limpiaba la arena, la molía y hacía esculturas. Hice Bernardino Rivadavia que lo dejé en la escuela y un Beethoven que se lo dejé a mi vecino Alborch, un alemán. Y mo- delaba, pero una cosa es modelar, modelar es agregar y otra cosa es esculpir. En la escultura vos retirás. Tenés un mármol y tenés que sacar lo que sobra para encontrar la figura deseada. —¿De dónde un tipo de 12 años saca la madera necesaria para que aparezca esta figura, que tiene proporciones? —Es muy bonita. La tengo de recuerdo porque es una de las cosas que hasta hoy nunca abandoné, la escultura. Comencé muy chiquito. Me acuerdo que una vez un enjambre de abejas se colgó en un duraznero que había en el fondo. Mi papá llamó un apicultor, metió las abejas en dos cajas y tuvimos miel. Cuando colocaba la miel a baño maría la cera subía y en esa cera yo modelaba, era muy chiquito también. —A ver, Ricardo, para que me ubique bien. ¿Hay condiciones natu- rales? ¿Hay artistas que a los cuatro años eran Mozart? ¿En tu caso tuviste quién te enseñara? —Absolutamente nadie hasta hoy. Nunca fui a una escuela. He ido mejorando y voy a seguir mejorando, a la escultura se la práctica. Hace dos años estuve en China en un festival internacional de esculto- res, recomendado por un amigo de San Pablo que es escultor y que había ido dos veces. Hice una escultura muy linda de 8 metros por 3 metros de altura. Son dos manos, las de Mao Tse—tung modelando el futuro chino. A los chinos les encantó el tema porque son maoístas todos y ganó el primer premio. Yo veo esto: sin haber tenido una es- cuela dejo una escultura en China en bronce, con primer premio, digo “tío, muy bien, porque creo que todo hay que llevarlo a serio”. —Hablás más como artista que como cirujano… —Yo no me jacto de tener excelentes resultados de cirugía plástica. Es obligación tener buenos resultados en cirugía plástica. Tengo una es- cultura que hice en honor a quien me manda pacientes hace cincuenta años, el espejo. Dos figuras, una dentro y otra afuera, que se miran. Todas mis pacientes vienen por el espejo y al espejo vuelven. Vos pro- metés y tenés que satisfacer la expectativa de esa paciente. ¿Cómo sé

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