QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO II

112 Juan Carlos Bataller le pedí al médico que acabara con la vida de mi vieja porque estaba sufriendo demás, no había nada que hacer. Y no lloré tanto. Mi mamá era una mujer muy querida pero aquella que decía “no hagan eso por- que se lo voy a contar a su padre”. No era la madre educadora. El po- derío lo tenía el viejo. —¿Cuántos hermanos eran ustedes? —Cuatro, dos mellizas, uno mayor que yo y yo era el segundo. Mi hermano, igual que yo, captó esa historia. Mi viejo era muy, muy pobre pero siempre reía. Siempre era feliz. Siempre silbaba y mi her- mano a los catorce años comenzó a laburar. Llegó altísimo, fue direc- tor presidente de una multinacional, vive en Brasil hasta hoy con un montón de nietos. Ya es brasileño mi hermano. —¿Y tus hermanas? —Una es profesora de matemática, física y química y la otra pintora, también, autodidacta, nunca tuvo escuela. —¿La escuela primaria la hiciste en San Juan? —En la Escuela Bernardino Rivadavia, de donde salí a los 12 años. Ahí dejé un busto de Bernardino Rivadavia en la dirección de la es- cuela. —Hay dos facetas de Ricardo Bustos conocidas por la gente. A lo mejor en total son diez pero las conocidas son la del cirujano plás- tico de renombre y la otra es la del artista. Acá veo algo, una estatua, que debe tener su historia. —Es muy linda esa historia. Cuando éramos niños nos fuimos a la Villa América a vivir y mi papá plantó un duraznero en la puerta de mi casa. Al lado había un surtidor. Entonces el duraznero tuvo agua y creció. Al poco tiempo salieron duraznos medio blancos, yo me subí, un día comí uno y tenía un gusano. Mi papá dijo “no tiene solución” y lo decapitó. Dejó un tronco más o menos de esta altura. Entonces yo tenía, me acuerdo claramente, 11 años. Mi abuelo era carpintero. Le robé un formón y un martillo y en el tronco, que estaba más recto, la hice a mi mamá. —Pará ¿sin estudios hiciste esto?

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