QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO I

210 Juan Carlos Bataller —Ustedes lo hacían. Sabían de todo. —Sí, siendo mozo iban todos los presidentes, deportistas, gremialis- tas, artistas. Cuando venían los presidentes yo era mozo de ellos, me ponía guantes. —Te habrá tocado gente difícil y otra que te la hacía fácil. —Exactamente. —Veo que hay gente que es un poco déspota cuando sale a comer. En cambio otros no, ahí nomás se hacen amigos del mozo. —Hay gente que va enojada. —¿Qué hacen con esos? ¿Les meten el dedo en la copa? —No, los dejamos hasta que se toman una copa y se tranquilizan un poco. —Una vez lo atendiste a Onganía. Él comía aparte de la gente. —Claro, comía en una suite. Entraba, me miraban la comida y le ser- vía. —Ah, tenían miedo de que lo envenenaran. —Claro, y yo charlaba con ellos. Hablábamos del vino; una vez que vino corría viento Zonda y yo le expliqué qué era. En ese tiempo es- taba el vino Barbera D’Asti, que era uno de los mejores de San Juan. —Yo tengo una foto tuya con Sandro, jovencito. ¿Qué tal era? —Era una persona espectacular. Yo ya lo había atendido tres veces y el representante era amigo mío. Una vez que vino me dijo “mirá, vamos a actuar – actuaba en la cancha de Sportivo— y después venimos a cenar. Tené papas fritas, milanesa, huevos fritos y vino Semillón de Gualino y Escolar”. Él estaba permanentemente con el cigarrillo y con whisky, así comía. Era un tipo muy sonriente y amable. Hablaba de su padre, su abuelo, de la radio a galena, del vino Semillón que se to- maba antes. —¿Alguna vez lo atendiste al auténtico Palito? —Sí, tuve la oportunidad de estar con él. Nos presentaron y le dijeron “a él le dicen Palito”.

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