QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO I

141 Qué hiciste con tu vida —Para mí la vida es una gran red extraña. Me llama la atención que gente que se está por ir empieza a visitar amigos, va a lugares donde nunca fue, como que hay algo que el espíritu sabe y que el ser racional no. Es más, cuando pinto no le pinto al ser racional sino al espíritu. A veces estoy trabajando, doy dos o tres espatulazos y aparece algo que me dice: “no lo toques más, está maravilloso”. Comencé a ver que la obra emana algo, una especie de extraña energía que el que la capta ni siquiera es el ser racional sino el que está dentro, como que hay una cosa espiritual. Una energía. —Un instrumento calificado que podría captar… —Claro y eso me ha pasado un montón de veces. Por ahí hablan de fí- sica cuántica, de las energías, yo no me meto mucho en eso, todo esto es intuitivo para mí. Uno es conductor de una idea y la plasma pero Dios está presente cuando uno realmente pone todo, cuando uno es fiel. —¿Crees en los milagros? —Un día charlando con un doctor le dije “he sentido tantas historias de enfermos terminales que de pronto salen y es un milagro”. Y el médico me dijo que efectivamente hay un porcentaje de milagros y eso confirma algunas cuestiones internas, que me sirven a mí. Cuando pinto meto el mundo en la fantasía, en la magia. Hago barquitos de papel que son aves ligeras para entrar al mundo de los sueños. Pinto los azules porque tienen que ver con espacio, con la esperanza, con toda una historia de simbolismos. Lo que uno trata de hacer con todo eso es adentrarse en el misterio, es como una neblina en la que uno ca- mina a ciegas y lo lleva la intuición. Eso es para mí el realismo má- gico, yo concibo la vida así y la vuelco a la tela. Y la obra comienza a tener cierta importancia cuando emite un alto grado de credibilidad al ojo del otro, entonces ahí estamos hablando de cosas importantes. —¿Reconocés que tenés alguna sensibilidad cuando estás con una persona, podés captar algo más que lo que ve el común de la gente? —No sé, tal vez la intuición. En el mismo hacer yo muchas veces con- fío en ese artista interior. Yo me muevo como Mario Pérez, que va a comer un asado, que tiene sus amigos y a la hora de pintar me en- trego a otra cosa. Escucho a San Martín, a veces las manos se mueven,

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