QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO I
134 Juan Carlos Bataller mido, hasta que me desperté en la secundaria. Ahí me hice amigo de Daniel Brito y empezamos a caminar las calles. Los veranos eran boni- tos, la llegada de la primavera también era maravillosa. Es increíble pero a los 18 años conocí a mi señora, Mirtha. —O sea que tuviste una juventud con poca noche… —No, nada. Es más, nunca fui a un boliche, hacía cosas distintas. Por ahí era subir a un auto con unos amigos y unas amigas y terminar en Zonda o ir a Clap, un lugar que tenía billar. Tenía hermanas, por ahí ellas iban a bailar y don Pérez padre me decía “vaya” y ahí andába- mos, mirando. Cinco hermanas y todas lindas así que también estaba en esa. Y así pasaban los veranos. —¿Qué sueños tenías en la cabecita? —Hubo un hecho importante en aquellos años, las maestras le decían a mi mamá “mire llévelo a algún lugar” y en el diario salió la informa- ción de un taller de pintura. Allá fuimos con mi madre. Era en las cer- canías de 25 de Mayo y España. Era un taller de una señora cordobesa que se había radicado acá, Marcela Corte. Mi madre me llevó para mostrar lo que yo hacía pero sin ningún plan. A la mujer le encantó, me mostró el taller y se dirigía a mí con cierta importancia, eso me daba gusto. Me mostró fotos y libros de los grandes maestros, de lo que ella pintaba y dijo que las clases salían tanto. Para nosotros era imposible y mi madre dijo “no, yo vine para ver el taller”. Y ella dijo “mire, voy a hacer una excepción con su hijo porque me gusta lo que hace, mándemelo y yo no le voy a cobrar nada y le voy a enseñar por- que veo que tiene potencial y sería una lástima no guiarlo”. La verdad que le debo mucho a Marcela Corte. Creo que estuve con ella dos meses porque después se fue a trabajar a la Municipalidad de la Capi- tal y la destinaron a una casa del arte en lo que era el Parque de Mayo. Ahí conocí por primera vez lo que era el mundo del arte a través de las revistas, de los libros, empecé a mirar que existía el impresio- nismo, el clasicismo, los personajes, los colores, la acuarela, la diferen- cia con el óleo, lo que era el expresionismo. Todo fue en un pantallazo y eso me cambió la cabeza, muchísimo. —Era un mundo nuevo… —Comienzo a ver en colores, en planos, dibujaba más pero todo eso
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